La subjetividad del metaverso

…o por qué no lo podemos definir de una manera concreta y generalizada.

Últimamente, al pensar sobre el famoso concepto del Metaverso — por lo general, referenciado por muchos según la idea de Neal Stephenson — no deja de saltarme una pregunta: ¿por qué no se ha logrado establecer un concepto o marco teórico preciso sobre la definición del Metaverso y, al mismo tiempo, propagado este conocimiento en la sociedad? Han pasado varios años desde la publicación del libro de Stepheson (en 1994), y aún la definición del término es, en su mejor día, esquiva.

En la actualidad, si le preguntaras a 10 personas sobre lo que piensan sobre este concepto, obtendrías 11 respuestas diferentes.

En una conversación reciente con la reconocida socióloga y antropóloga Dra. Cecilia Dockendorff, hemos hecho bastante hincapié en el tema de «la realidad«, o ese «constructo” que cada uno de nuestros cerebros — y sin entrar en gran detalle — genera permanentemente en base a un sinfín de estímulos que percibimos de nuestro entorno.

La percepción de la realidad es, de hecho, subjetiva y no absoluta. Cada individuo interpreta el mundo a través de sus propias experiencias, creencias y emociones. Lo que puede ser “real” para una persona puede no serlo para otra. Incluso en el ámbito científico, nuestras observaciones y mediciones están influenciadas por nuestra subjetividad y los instrumentos que utilizamos.

En la filosofía, este concepto se ha debatido durante siglos. Desde la teoría del idealismo hasta la epistemología, los pensadores han explorado cómo percibimos y construimos nuestra comprensión de la realidad. Algunos argumentan que no podemos conocer una realidad objetiva independiente de nuestra mente, mientras que otros sostienen que hay una realidad externa que existe más allá de nuestra percepción.

Un poco de historia: por allá en el siglo V a.C. unos personajes llamados Sofistas se opusieron a los planteamientos de Sócrates, Platón y Aristóteles (quienes planteaban, resumiendo, que la realidad era pura y absoluta), propiciando los inicios del relativismo, principalmente a través de Protágoras y su planteamiento: “el hombre es la medida de todas las cosas”. Esta corriente filosófica (después desarrollada con mayor profundidad en el siglo XX por filósofos como Nietzsche y Dewey) afirma que los distintos puntos de vista que existen entre los individuos son igualmente válidos y que, por esa razón, toda verdad es relativa a cada individuo.

Ahora, sí doy por sentado que logré transmitir la idea de que la realidad percibida por cada uno de nosotros está íntimamente vinculada a nuestra subjetividad, y está basada en acuerdos mutuos sobre la realidad compartida; puedo entrar al meollo del asunto que es el siguiente:

¿Qué pasa si el Metaverso, es imposible de definir, porque es una manifestación aumentada de nuestra propia percepción individual? Una realidad 2.0, totalmente maleable y propia de la subjetividad del individuo que la consume. En todo caso, sería como intentar definir «la realidad» y que ésta sea uniforme y homogénea para todos.

Imposible.

Tal vez es por eso que ha sido tan complejo definirla de una manera clara y concreta, ya que cada quien vivirá su Metaverso, de la misma manera que vive su vida.

¿Las tecnologías inmersivas y su futura integración con el día a día a través de una superrealidad mixta o “True AR”, asistida por Inteligencia Artificial; nos otorgarán la posibilidad de «manifestar» nuestra propia versión del metaverso?, de ser así nos permitiría enseñar a las personas el poder de manifestar — de manera visual y práctica — su propia realidad; como una especie de entrenador para que aprendas, practiques y lo puedas implementar en tu vida.

Quizás —de una manera extraña—  esta vuelta larga a través de la computación espacial, es una parte importante de la tan mencionada «evolución espiritual» que venimos esperando desde las últimas cinco décadas.

¿Qué creen ustedes? ¿Llegaremos a un punto donde conversemos sobre filosofía y metafísica metaversal?